miércoles, 31 de agosto de 2011

BLOOD



Noto sus acelerados latidos en la palma de mi mano. Sostengo entre mis manos su vida, su corazón.
Lo miro una y otra vez, y por mucho que me esfuerzo, no logro ver nada más allá de mis ojos.
Busco en mí, los sentimientos que algún día le concedí.
Rebusco en mis entrañas, los recuerdos de un lugar lejano. De un tiempo pasado, un tiempo desechado.

Él está desfallecido en la esquina de la habitación, sumido en las tinieblas.
La ventana se abre de par en par. El aire, fresco y puro de la noche, entra en la habitación.
A su paso, folios, cartas y bocetos, se enfrentan unos a otros, dando paso a hojas secas, y perfumados pétalos.

En la oscuridad, reluce el puñal, que entre mis manos se mece.
Un brillo de maldad, ilumina mi mirada.

No puedo sostener más entre mis manos, rozando mi piel; junto a mi cuerpo, este órgano palpitante.
Tan sólo verlo me produce fuertes náuseas. Necesito depositarlo, sobre el amplio buró de roble.

Tras los cristales, ocultada, diviso la luna, testigo de esta ruptura.

Cierro los párpados, respiro profunda y relajadamente, y libero mi alma…
Alzo con decisión mis manos, como danza a los espíritus… y hundo mi daga, en sus entrañas.

Retiro el arma de su ya marchito corazón, pero algo atrae mi atención y mis sentidos.  Gotas de sangre, deslizándose desde la empuñadora hacia mi piel, su sangre sobre mi sangre…

Un impulso domina mis sentidos, atraigo el profanado y afilado utensilio hacia mi rostro, hasta sentir el filo goteando por mi piel, deslizándose hacia mi cuello…
Mis labios tintados de rojo pasión, piden más, necesito más. ¡Quiero más!
Deslizo mi lengua por el filo, hasta que las oscuras manchas desaparecen.



Me reconforta hacerlo, mi pulso se dispara, mi corazón enloquece…
 Abro una pequeña hendidura en la punta de mi lengua, y dejo que las dos sangres se junten otra vez, doy paso a la lujuria.

Despliego lentamente los párpados, mientras asimilo lo sucedido.

Algo en mí ha cambiado, mis sentimientos han cambiado…

Despliego lentamente, los dedos de mi mano, consciente de mi error, y dejo caer al suelo, la daga, causante de mi horror.

Me arrepiento de lo que he hecho, ahora deseo más que nunca su sangre, su piel, todo su cuerpo…

Beginning of the End.


Aquí estoy, de pie, sola frente a esa mujer. Esa mujer a la que tanto odio.
La miro, y veo sus ojos inyectados en sangre. Noto sus miradas de desprecio y rechazo clavándose en mi piel.
Siento los temblores asolando su cuerpo. Veo sus puños cerrados en resistencia, como señal de impotencia.
Presiento su mandíbula en tensión. Escucho el estridente sonido producido por la fricción de sus dientes.
Siento ese enorme deseo hacia mí,  hacia mi cuerpo, mi piel…
Sé que desea sentir el fuego continuo de mi sangre, deslizándose en su apetitosa boca, sus dientes hundidos en mi carne…
Arde en deseos de saborear mi cuerpo, de tenerlo bajo control.


Alma, cuerpo y mente, arden en llamas de furia, rabia y odio.
Me repugna lo que veo ante mí. No me reconozco, no veo nada mío en aquel ser. Pero tampoco necesito verlo.
No puedo soportarlo más. No es de mi agrado sentir la impotencia.
Estoy decidida, voy a acabar con esto de una vez por todas.
Estabilizo mi mente, y pienso cual será mi siguiente paso. Pero, no tengo tiempo ni para la reflexión.
Sin pensarlo dos veces, me adelanto unos pasos, y… De un sencillo, pero  contundente, golpe de nudillos, hago añicos mi tormento. Convierto en pequeños trozos de cristal, mis temores.

martes, 30 de agosto de 2011

Al fin y al cabo, todo se termina.



Se acabó, ya no hay nada que hacer.
 Pocos fuimos los que intentamos remediarlo y concienciar a los restantes. Pero estos optaron por el método más fácil y cómodo, dejarse llevar por la indiferencia.
Intentamos por todos los medios meter en sus mentes, las visiones de la realidad que inundaban nuestras mentes.
 No sirvió de nada, lo único que obteníamos como respuesta, era mirar hacia otro lado, hacer como si no estuviera sucediendo nada fuera de lo normal. No supieron apreciar lo que tenían, no tenían miedo de perderlo, creían que no podrían arrebatarles la vida.
Ahora por culpa de ellos, que fueron incapaces de concienciarse con el medio ambiente, hemos pagado todos por sus errores.
Llegó el momento en el que la situación se nos ha ido de las manos.
Los veranos eran insoportables, la temperatura ascendía estrepitosamente en poco tiempo, enormes olas de calor azotaban el mundo.
Llegado el invierno, era ya muy difícil ver la nieve en las ciudades o en el campo. Se producían con mucha más frecuencia, catástrofes ambientales, terremotos que asolaban la tierra con su furia, huracanes que barrían todo lo que encontraban a su paso.  Múltiples inundaciones a causa del deshielo; provocado por el cambio climático, lo cual hacía elevar extremadamente el nivel del mar.
En los lugares más inhóspitos comenzaron a aparecer especies extintas o propias de otros ecosistemas muy diferentes. Luego aparecieron infinidad de plagas.
Por si eran pocas las enfermedades que ya teníamos con estos sucesos, comenzaron a aparecer nuevos virus, nuevas enfermedades… con un grado de agudeza bastante elevado.
Tal y como estaba la situación, ponerse a investigar, buscar curas y remedios… era algo que ya ni se planteaban.
 El final era inminente… ¿Para qué tratar de retrasarlo un mínimo período? En toda la Tierra se sembró el caos, la absoluta desesperación, las  graves depresiones… Los homicidios, provocados por la tensión del ambiente; que llevaba a peleas y enfrentamientos. Y con ellos los suicidios.
Con todas estas catástrofes el mundo se hizo inhabitable, el número de muertes aumentaban con una velocidad estrepitosa. Nunca antes pasara algo semejante.
Así sucedió nuestro fin. El fin del mundo. El fin de una especie, la especie humana.
Quien sabe, puede ser que al desaparecer o mucho antes cuando aun existíamos, en otros lugares de la galaxia, tuviéramos sustitutos, otras especies superiores o inferiores, que hacían su vida lejos de la nuestra.

Reflexión.





Soñamos con formar familias, soñamos con ver crecer a nuestros hijos, pero ni por asomo nos imaginamos que ellos no lo podrán hacer.
Nos despreocupamos de todo, nos volvemos egocéntricos, solo nos preocupa el dinero nos volvemos avaros, y nos olvidamos de lo que verdaderamente importa. Dejamos atrás nuestros principios como personas que somos y descuidamos nuestro planeta. Si seguimos con este ritmo, se nos va a venir todo encima. Cuando queramos hacer algo, plantear soluciones y ponerlas en práctica, será demasiado tarde, todo estará ya decidido, la situación habrá tomado un rumbo escandaloso.
Luego vendrán los arrepentimientos.
La resignación para aquellos que desde el principio se dieron cuenta, e hicieron todo lo posible para evitarlo.
 La histeria para otros, esos que sus ojos siempre han estado tapados por un velo, el velo de la avaricia, que no les dejaba ver la realidad.
Poco a poco nos vamos acercando a una situación indeseada; en este planeta ya reina el descontrol, tanto que tenemos y no sabemos ni usarlo.
Tendríamos que sentirnos agradecidos, por tener tan buen lugar donde vivir; deberíamos agradecérselo al planeta cuidándolo y siendo verdaderamente felices.
Ese será el destino, ese será el lugar en el que tendrán que sobrevivir nuestros descendientes, eso, si aun existe este planeta.
Nunca es tarde para quitarse el velo de los ojos, tirarlo al suelo y despedirse de él.
Estamos a tiempo de frenar tan caótica situación, si nos lo proponemos con el tiempo ya no quedará ni rastro de lo que podría haber sucedido. Pero para que ocurra debemos actuar todos lo antes posible.

Y de repente... Un ángel.

Estaba al borde del abismo, contemplando como cada vez mis pies se acercaban al borde un poquito más, llegaría el momento en que mi cuerpo se precipitaría al vacío, ya no abría vuela atrás, me tiraría y no habría remedio. Nadie me podría salvar cuando esto sucediese.
El momento se acerca, ya tengo un pié dentro, ¡oh no! Ahora el otro... ¡Socorro! No quiero precipitarme al vacío, no quiero desaparecer por siempre, no quiero, que con el paso de los años todos se olviden de mi existencia.
Noto una brisa a mis espaldas, me giro, y...De repente veo un ángel.
De facciones dulces, piel clara y pura, emite destellos, que le proporcionan un punto mágico, su cabello era largo y rubio, daban deseos de enredar tus dedos entre el. Lo que mas me cautivó fue esa mirada tan tierna y hermosa, detrás de sus hermosos ojos azules se adivinaba una persona increíble, considerada comprensiva y fantástica.
Al verme no dudó ni un segundo en extender sus manos hacia mi, y sacarme de aquel maldito infierno.
Cuando me hube recuperado, hice un inciso de hablar para agradecerle lo que hizo por mí. -Shhh...-Me dijo, posando su dedo en mis labios.
Entonces posó su brazo en mi cintura, y así unidos, permanecimos durante todo el camino. Nuestro camino juntos en la vida.


Jeremy Wade Delle...



 

En un rincón de mi habitación, en penumbra, llorando lágrimas secas, que se han secado en mi interior vacío, sin vida...
A mi cabeza vienen recuerdos... Un ataúd negro moviéndose por lo alto de nuestras cabezas, ha venido ella disfrazada con túnica oscura y tez pálida, a llevarse el perfume de su magnífica vida encerrado en un frasco del que nunca saldrá. Lo observo y se me remueven las entrañas, furia y rabia arden en mi interior, me lanzo tras ella e intento arrebatarle el aroma de su vida, en las lejanías se oyen mis llantos y gritos desesperados por recuperarlo, pero ella logró frenarme y alzando una mano hacia mi logró tumbarme en un segundo y derrotarme. 
Ahora estoy aquí guardando silencio en su ausencia, mi voz viste de luto en su falta.
Jeremy, ahora me pregunto, ¿hermano querido, por qué te has ido?



Eterna felicidad, junto a ti.


Al borde de un acantilado. A un paso de la muerte, o al contrario, la vida. Escucho una melodía emocionante en mi cabeza. Ella me acompaña siempre, será la que decida mi siguiente paso...
Siento el viento acariciar mi rostro, y jugar con mi pelo.

Entonces miro a mi lado, y allí está, sonriente y feliz pues estábamos juntos. En mi interior, surge una sensación de felicidad, esa sensación de que pase lo que pase él estará ahí acompañándote.
Extiende su mano hacia mí, mirando al frente, mostrando serenidad y seguridad. Yo lentamente acudo a su encuentro y le tiendo mi mano...
Simultáneamente levantamos la pierna derecha, y damos el paso juntos. El paso que nos llevará a una eternidad juntos...


Gotas de agua, que se deslizan por mi rostro.


Es una fría tarde de invierno.
Sales de casa, sin rumbo. Sin un destino final.
 Vas caminando bajo la lluvia. Mirando al frente, sin mirar nada en concreto , con la mirada perdida en algún lugar lejos de aquí, cuyo nombre ni siquiera sé.
Y es entonces, cuando estás haciendo un repaso de tu vida, cuando te das cuenta, de que tú no perteneces al mismo lugar que ellos. Que son completamente diferentes a ti. Que en realidad es una tapadera, que colocas para pasar el tiempo, para que cuando pasen los años, y lo tengas todo claro, poder quitarla y decir aquí estoy. Aquí está el verdadero yo.
Entonces tu vida se aclara, se hace más nítida.  Puedes ver con facilidad lo que quieres y lo que no.

¡No!


Encerrada aquí, sola.
 Me retienen miles de barrotes metálicos.
Miro al horizonte. Lo único que logro distinguir; entre la oscuridad tenebrosa, es una inmensidad de rostros pálidos, blanquecinos. No dejan de mirarme, con esa mirada que se me clavó en la memoria, como una astilla se clava en la piel. Una mirada dolorosa.
Mientras hacían una serie de gestos que me dejaron aterrorizada, extendían sus brazos hacia mí. De sus manos brotaban garras, unas garras quilométricas y afiladas, que por momentos creía que me alcanzarían.
Uno de los extraños espectros logró rozarme levemente, para alivio mío, por la zona de la yugular, tintando a su paso de rojo mi piel. Eso los enfureció aun más.
Gritaba, lloraba... Me estaba volviendo loca. No soportaría mucho más aquella pesadilla. Rogaba a todos los Dioses conocidos que me sacasen de allí, pero ellos ignoraban mi existencia.
De repente me noto diferente, más etérea. Miro mis manos, y sí, mi temor se vio afirmado, de mis manos ahora brotaban unas amenazantes garras.

No quería creerlo, pero la realidad era una evidencia. Ahora era una de ellos.

Cerca de su corazón.


Sentada en un vagón de este tren.
 Una pasajera más de la vida, que busca el destino adecuado, como muchos otros.
Está lleno a rebosar de gente. Personas que, como yo, buscan un destino en su vida. Que se aventuran en este viaje en el que participo, por ver a donde les lleva, a que persona especial pueden encontrar...
Entonces todo se paraliza, la gente se congela. Ahora está todo tranquilo; En la lejanía se escucha una hermosa canción, que suena en la radio.
Me giro en mi asiento, y allí lo veo, de pié. Me quedo anonadada. Con una mano está sujetándose a causa del ajetreo del tren.  
Me está mirando. Su mirada es preciosa, una mirada tierna y dulce, que avisa que tras ella se encuentra un hombre fantástico.
Con paso sereno y relajado empieza a caminar hacia mí.  Cuando se mueve; con esos movimientos tan dulces, al mismo tiempo su melena juguetea con el viento.
Ahora ya está aquí, sentado a mi lado sonriente. Su sonrisa, no tendría palabras para describir su sonrisa.
De mi rostro comienza a desaparecer la mueca de perplejidad, y en la comisura de mis labios se empieza a dibujar una amplia sonrisa.
Lo cojo de la mano, pero el me suelta. No entiendo por qué. Tan solo sé, que esta vez, fue él quien cogió mi mano tiernamente. Entonces me hace señas para que me acerque más, y yo me acurruco entre sus brazos, cerca de su pecho. Cerca de su corazón…

Soledad.


Busco entre las sombras, de este oscuro bosque que me tiene prisionera. No hay nadie que me pueda ayudar, estoy sola, perdida. El aire es frío, cortante. Oigo como se contonean la infinidad de hojas, al vaivén del viento. Era como si los árboles, se cogieran unos a otros de la mano, para realizar una extraña danza a la naturaleza.
Me mareo, busco y busco pero no lo encuentro. No está, se ha marchado.
 No lo entiendo. ¿Por qué me abandona de esta forma?
 Me entra el pánico, empiezo a correr sin sentido. Pues no tengo una dirección  que seguir. Miro una y otra vez atrás, pero no está allí. 
De repente, tropiezo con una piedra, cubierta totalmente por una fina capa de musgo, que para mí,  pasaba desapercibida.
 Al caer me golpeo la cabeza. Estoy tendida en el suelo.
Me toco suavemente la  cabeza, y lo que noto al tacto no me gusta nada.
 Me acerco los dedos índice y pulgar a los ojos, para poder vislumbrar algo entre la penumbra. Y a duras penas logro ver mis dedos recubiertos de esa sustancia roja viscosa tan particular.
Vuelvo a tocar mi cabello, y esta vez me encuentro la mano empapada. Me estoy empezando a marear, cada vez estoy más fría.
 Intento incorporarme pero no soy capaz. Mi cuerpo adquiere un peso muerto, y me tumbo sobre el musgo nuevamente, comienzan a pesarme los párpados…

Chico Rock n' Roll.


Hace mucho tiempo, estuve en un garito de las afueras, cuyo nombre ni me acuerdo.
Nada más entrar se sentía la verdadera esencia del Rock n´ Roll.
En un rincón, estaba él, fumándose un Marlboro, lo envolvía el vaho, y eso le daba un toque muy especial, misterioso, una sensación de ocultismo.
Escondido tras sus gafas de sol, mirando por la ventana, adivinaba una mirada perdida en el horizonte, una mezcla de tristeza y belleza. Sus formas de vestir dejaban entrever una vida un poco excéntrica, bohemia.
Nada más entrar lo vi, y a esa primera vista, me enamoré de él.
Él, al adivinar que alguien se había fijado en él, también supongo que mis ojos rebelaban lo que en mi cabeza se tramaba, apagó el cigarro que sostenían sus blanquecinos dedos; en la suela de sus botas, y lo tiró al suelo.
Se levantó y vino caminando hacia mí. Tenía una forma de caminar muy peculiar, lo cual me llamó mucho la atención e hizo que me quedara más fascinada.
Ese personaje extraño y camuflado entre el gentío, es el hombre que me robó los días de mi vida, la capacidad de ser independiente. Es el hombre que hizo, que por mis venas volviera la dulce sangre a circular.

Último amanecer.


Sentados junto a la orilla de aquel paraíso particular.
 Compartiendo juntos un precioso anochecer. Bajo su sombra él y ella cogidos de la mano.
 Ella mira al frente fijamente, mientras le dice a aquel muchacho, que quiere compartir toda su vida con él. Que nunca podrá querer tanto a alguien como a él. El amor que sienten; es puro y fuerte…

 Pero entonces… Con un leve movimiento, ladea la cabeza hacia ella. Ella presiente su mirada, clavada en su nuca…
Y es entonces, cuando sus miradas se encuentran…
Ella está radiante de paz y felicidad. Se inclina suavemente hacia él para besarlo. Cuando él levanta con gesto relajado su dedo índice, para dejarlo sobre los rojizos labios de aquella mujer, mientras le dice: "  Por esta vez, querida, cédeme el turno a mí" . Y procede a contarle cual había sido su propósito, al haberla llevado allí:
“Hace ya un cierto tiempo, que llevo pensando en como decírtelo, pero por desconocidas circunstancias no me he atrevido. Hoy sentía; que debía decírtelo.  Hace cuestión de unos meses, estando en casa solo, sufrí un intenso vahído. Estuve bastante tiempo inconsciente. Cuando me desperté estaba en un hospital, tumbado en una camilla.

 Todo a mi alrededor lucía un tono grisáceo, marchito. A través de la pequeña ventana de aquel cuarto, pude divisar, un cielo completamente oscuro, lleno de nubes. Parecía experimentar tristeza…
No lograba entender que estaba haciendo allí. Entonces por el umbral de la puerta, apareció mi madre, apenada, acompañada de un médico. Por su tierna faz de madre consentidora, resbalaban diminutas lágrimas, testigos de su sufrimiento. Entonces, se acerca a mí. Me agarra fuertemente la mano, y mientras nos aferramos el uno al otro, aquel hastío personaje; apostado al pie de la cama, me da la noticia.
Esta era, que tenía una extraña enfermedad, nadie antes la había sufrido. Se necesita mucho dinero para poder abrir investigaciones sobre su cura…”
 “Cariño, siento decírtelo, pero todo indica que no me queda mucho tiempo más”.
Entonces ella rompe a llorar desconsoladamente, su alma se deshace en  profundos sollozos.
 No puede aguantar más. Se lanza a los brazos de aquella persona, a la que tanto quiere, y querrá siempre. Y lo llena de abrazos,  de besos, de caricias… Luego, se duermen juntos, unidos en un apasionado abrazo…
Ya llega el amanecer, comienza a despuntar un nuevo día.
  Ella se despierta,  pero siente algo inexplicable. Se desprende de él. Y lo que se encuentra; la hunde en un abismo de desolación…Se había ido, su único amor verdadero había fallecido… Esta última noche, fue su despedida…


jueves, 25 de agosto de 2011

Lágrimas en el cielo.


Cierro mis párpados. Lentamente; me centro en los paulatinos latidos de mi corazón, suspiro. Lanzo una mirada curiosa con un matiz de indiscreción, miro hacia el cielo: Las nubes, el inmenso cielo azul, la tranquilidad eterna… Mi cuerpo sumido en un profundo estado de relajación…
Pienso en él, en sus suaves manos rozando mi delicada piel, su aroma envolviendo mis sentidos, mis manos enredadas en su cabello, su brazo rodeando mi cintura, sus labios rozando los míos…
Me envuelve esa sensación de seguridad, plácida felicidad.
Recuerdos: Sonrisas, caricias, canciones, paseos, miradas envolventes, el olor de la felicidad mezclada con el agua salada, la orilla de la playa, primer amanecer juntos…
Mi mente rebosa plácidas sensaciones.
Despierto de mi ensueño, y te descubro a mi lado, tu dulce y tierna mirada inundan mi alma…Esbozo una tímida sonrisa, me muestras tu torcida; pero encantadora sonrisa.
Te acercas a mí, y, me rodeas con tus brazos, deslizas delicadamente mi cabeza hacia tu pecho…
Me siento en otra dimensión, lejos de la realidad, donde nadie nos puede herir…
Inconscientemente, te susurro un te quiero. No alcanzaste a oírlo, las olas del mar ahogaron mi murmullo, pero sé, que en tu corazón, lo escuchas cada día, cada vez que me miras a los ojos, pues en mis ojos están escritos mis sentimientos hacia ti.

Te quiero a ti

Quiero despertarme y ver que estás ahí.
Ver como, con una sonrisa perfectamente dibujada en tu rostro, me observabas.
Quiero ser yo quien te aparte ese mechón de pelo, que cubre tu dulce mirada.
Quiero notar que estás a mi lado.
Quiero que me despiertes con un beso.
Quiero que me duermas con esa canción que los dos conocemos.
Quiero verte y sonreír.
Quiero sumirme en un profundo abrazo, al verte en el marco de la puerta esperándome.
Quiero ser yo, quien seque esa lágrima que por tu tierna faz se deslizaba.
Quiero abrazarme a ti, cuando el miedo ronde mi memoria.
Quiero sentir tu voz, susurrando tu canción predilecta.
Quiero ver todas las mañanas tu dulce y tierna mirada, que me hace sentir fuera de la realidad.
Quiero que a mi mente se evoquen recuerdos del día en que nos conocimos.
Quiero preservar en mi memoria el aroma penetrante de tu perfume.
Quiero sonreír pensando en ti.
Quiero gritar, lo mucho que te quiero, disimulado por los decibelios y la adrenalina.
Te quiero a ti.

Insignificante eslabón.


Aquí estoy yo, un imperceptible eslabón de la cadena; a ojos mayores. Una insignificante pieza, del conjunto llamado vida.
Reina el egocentrismo, la superioridad, la indiferencia mutua, en definitiva: La ignorancia.
Nos manipulan, nos dominan, nos manejan… Cada vez, nuestra voz se afirma más, se estabilizan los deseas de alzarla… Tan solo son sueños, sueños que tarde o temprano se realizarán,  puesto que es imposible contener la fuerza de la sabiduría.
Deberíamos aprender a valorar nuestro alrededor, a mirar en profundidad los conceptos, a indagar para comprender…
Ver a través de la forma física, ver los conceptos no materialistas…
Todo este proceso de cambio, debería comenzar a realizarse, cuanto antes empecemos a comprender el sentido de la vida, mejor comprenderemos los amplios conceptos que nos rodean…
Quizás con esta transición, podamos descubrir inimaginables teorías, insólitos lugares que explorar…

Ese sentimiento llamado Amor.


Bajo la tenue y cálida luz de las estrellas.
Dos cuerpos hundidos en un único y eterno abrazo.
Una energía luchando contra la oscuridad de la fría noche.
Desenfundando nuestras máscaras, desnudando nuestro ser.
 Compartiendo sentimientos, desvelando nuestros más recónditos deseos. Sintiendo sus labios en mi piel, su respiración en mi garganta, sus manos recorriendo mi cintura.
Mi pálida piel, fundida en su piel, mi alma acariciando la suya.
El amor en estado puro, suspendido en el aire, ese sentimiento llamado amor.
Una pequeña llama logro divisar en sus ojos, reluciente como el oro, la llama de la felicidad.
Nuestras mentes unidas y nunca más separadas, viajan hacia la pureza, rodeados de la más singular naturaleza

Sirena del Mar de mis Fronteras.

Sueño con ella cada noche, recuerdo sus gestos, su bello rostro, todas sus facciones...
Cada vez que miro al mar, la veo a ella, allí, esperándome en el agua. Su  dulce mirada encantadora, su largo y lacio cabello oscuro, su piel de color nácar… Como si en el mundo no importara otra cosa a parte que ella y yo.
Dibujo su rostro en el agua, con la ilusión de volver a verlo.
Pero ella no me busca. Yo me frustro en la desesperación. No soporto esta situación; quiero correr al mar. Tirarme de cabeza y nadar en su busca, y no parar hasta encontrarla.
Y vivir la emoción del momento, que nuestro amor perdure para siempre.
Que escrita se transmita nuestra historia, una historia de amor eterna, el verdadero amor.
Pero ahora nada es así. Me hundo en el fango. Mi vida sin ella es un infierno. El lazo que me une a ella es tan fuerte, que tira de mi hacia ella, cuando ella junto a mi no se encuentra.
No quiero vivir en un mundo sin ella. Mi corazón, permanecerá vacío hasta el día de mi muerte.
No tengo nada que perder.
Corro a buscarla, nada más adentrarme unos metros en el agua,  la encuentro. Ella estaba allí, durante todo este tiempo,  había permanecido allí, alerta; en guardia por si me veía, para decirme lo que sentía. Pues ella estaba retenida en el mar de por vida.

Una Diosa del mar, obligada a permanecer junto a él; toda una eternidad. 

Días de Luto.


 El cielo se cubre por un manto negro, no quiere insinuar alegría. Las nubes, oscurecidas, lloran desconsoladamente sobre la tierra.
Su deseo es hacernos entender lo ocurrido. Las calles llenas de barro, paisaje desolador.
 Nadie se da cuenta de lo acontecido. Siguen absortos en sus vidas, para ellos pasa desapercibido, pero, para mí no, yo lo sé.
La naturaleza ha conseguido su propósito. Me uno a ella, en su sentido llanto incesable. Llanto de profundo dolor, dolor en el alma, dolor en el más profundo ser.
Así, juntas en la penuria, lo recordaremos, escribiendo su trágica historia. La tinta será las amargas lágrimas, que desde nuestro profundo ser, brotan al exterior en señal, de pesar. Para, con ellas poder rozar el pergamino de la soledad, testigo de lo sucedido.

Tiempo...


Implacable…Sabio…
Único capaz de hacer que madures, que crezcas.
A la par que, desquiciante, exasperante, frustrante....
Miles de momentos pensando en el que vendrá. En el por qué de esta ralentización…
Todo gira en torno a él.
Somos títeres que penden de hilos, manejados a su parecer.
Nos manipula, nos transforma hasta la saciedad.
Pero al fin y al cabo, no debemos olvidar que no es más que una mera medida.
Todo depende de cómo quieras medir. Si quieres medir preciosos momentos de felicidad, o en cambio, situaciones de agobio, estrés, malestar… 

Corazón Analógico.

Escuché un extraño ruido, como si se paralizasen los engranajes de un antiguo reloj.
Una extraña sensación oprimía mi pecho.
Se me heló la sangre. No podía ser, pero, en efecto, mi corazón se había roto.
Una fría lágrima se deslizó por mi mejilla hasta estrellarse contra el suelo.