Es una fría tarde de invierno.
Sales de casa, sin rumbo. Sin un destino final.
Vas caminando bajo la lluvia. Mirando al frente, sin mirar nada en concreto , con la mirada perdida en algún lugar lejos de aquí, cuyo nombre ni siquiera sé.
Y es entonces, cuando estás haciendo un repaso de tu vida, cuando te das cuenta, de que tú no perteneces al mismo lugar que ellos. Que son completamente diferentes a ti. Que en realidad es una tapadera, que colocas para pasar el tiempo, para que cuando pasen los años, y lo tengas todo claro, poder quitarla y decir aquí estoy. Aquí está el verdadero yo.
Entonces tu vida se aclara, se hace más nítida. Puedes ver con facilidad lo que quieres y lo que no.
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