martes, 30 de agosto de 2011

Último amanecer.


Sentados junto a la orilla de aquel paraíso particular.
 Compartiendo juntos un precioso anochecer. Bajo su sombra él y ella cogidos de la mano.
 Ella mira al frente fijamente, mientras le dice a aquel muchacho, que quiere compartir toda su vida con él. Que nunca podrá querer tanto a alguien como a él. El amor que sienten; es puro y fuerte…

 Pero entonces… Con un leve movimiento, ladea la cabeza hacia ella. Ella presiente su mirada, clavada en su nuca…
Y es entonces, cuando sus miradas se encuentran…
Ella está radiante de paz y felicidad. Se inclina suavemente hacia él para besarlo. Cuando él levanta con gesto relajado su dedo índice, para dejarlo sobre los rojizos labios de aquella mujer, mientras le dice: "  Por esta vez, querida, cédeme el turno a mí" . Y procede a contarle cual había sido su propósito, al haberla llevado allí:
“Hace ya un cierto tiempo, que llevo pensando en como decírtelo, pero por desconocidas circunstancias no me he atrevido. Hoy sentía; que debía decírtelo.  Hace cuestión de unos meses, estando en casa solo, sufrí un intenso vahído. Estuve bastante tiempo inconsciente. Cuando me desperté estaba en un hospital, tumbado en una camilla.

 Todo a mi alrededor lucía un tono grisáceo, marchito. A través de la pequeña ventana de aquel cuarto, pude divisar, un cielo completamente oscuro, lleno de nubes. Parecía experimentar tristeza…
No lograba entender que estaba haciendo allí. Entonces por el umbral de la puerta, apareció mi madre, apenada, acompañada de un médico. Por su tierna faz de madre consentidora, resbalaban diminutas lágrimas, testigos de su sufrimiento. Entonces, se acerca a mí. Me agarra fuertemente la mano, y mientras nos aferramos el uno al otro, aquel hastío personaje; apostado al pie de la cama, me da la noticia.
Esta era, que tenía una extraña enfermedad, nadie antes la había sufrido. Se necesita mucho dinero para poder abrir investigaciones sobre su cura…”
 “Cariño, siento decírtelo, pero todo indica que no me queda mucho tiempo más”.
Entonces ella rompe a llorar desconsoladamente, su alma se deshace en  profundos sollozos.
 No puede aguantar más. Se lanza a los brazos de aquella persona, a la que tanto quiere, y querrá siempre. Y lo llena de abrazos,  de besos, de caricias… Luego, se duermen juntos, unidos en un apasionado abrazo…
Ya llega el amanecer, comienza a despuntar un nuevo día.
  Ella se despierta,  pero siente algo inexplicable. Se desprende de él. Y lo que se encuentra; la hunde en un abismo de desolación…Se había ido, su único amor verdadero había fallecido… Esta última noche, fue su despedida…


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