jueves, 25 de agosto de 2011

Sirena del Mar de mis Fronteras.

Sueño con ella cada noche, recuerdo sus gestos, su bello rostro, todas sus facciones...
Cada vez que miro al mar, la veo a ella, allí, esperándome en el agua. Su  dulce mirada encantadora, su largo y lacio cabello oscuro, su piel de color nácar… Como si en el mundo no importara otra cosa a parte que ella y yo.
Dibujo su rostro en el agua, con la ilusión de volver a verlo.
Pero ella no me busca. Yo me frustro en la desesperación. No soporto esta situación; quiero correr al mar. Tirarme de cabeza y nadar en su busca, y no parar hasta encontrarla.
Y vivir la emoción del momento, que nuestro amor perdure para siempre.
Que escrita se transmita nuestra historia, una historia de amor eterna, el verdadero amor.
Pero ahora nada es así. Me hundo en el fango. Mi vida sin ella es un infierno. El lazo que me une a ella es tan fuerte, que tira de mi hacia ella, cuando ella junto a mi no se encuentra.
No quiero vivir en un mundo sin ella. Mi corazón, permanecerá vacío hasta el día de mi muerte.
No tengo nada que perder.
Corro a buscarla, nada más adentrarme unos metros en el agua,  la encuentro. Ella estaba allí, durante todo este tiempo,  había permanecido allí, alerta; en guardia por si me veía, para decirme lo que sentía. Pues ella estaba retenida en el mar de por vida.

Una Diosa del mar, obligada a permanecer junto a él; toda una eternidad. 

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