Cuando
muera, os ruego, no mancilléis mi integridad.
No pongáis
en duda mi personalidad.
Os ruego,
me recordéis tal y como era.
Que mis
restos no sean siempre venerados.
Os pido,
no dejéis a los gusanos probar, la deliciosa carne; protectora de mis huesos.
Seguid
amándome si así lo deseáis.
Si esto no
es así, no me améis más. Olvidadme, dejad que me suma en la oscuridad, como un
espíritu más; en la perdida laguna del olvido.
Sólo os
pido, llevad mis restos a la mar. Lanzad mis cenizas al mar.
Ayudadme a
avanzar, convertida en una ola más, de esta furia que es la mar.
Que no
decaigan vuestros ánimos. Pues no tendréis mi cuerpo, pero si mi ente, siempre
presente.
En cada
parpadeo, en cada palpitar de corazón, en cada signo de vuestra vitalidad, allí,
allí estaré yo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario