viernes, 18 de noviembre de 2011

Cuando muera...


Cuando muera, os ruego, no mancilléis mi integridad.
No pongáis en duda mi personalidad.
Os ruego, me recordéis tal y como era.
Que mis restos no sean siempre venerados.
Os pido, no dejéis a los gusanos probar, la deliciosa carne; protectora de mis huesos.
Seguid amándome si así lo deseáis.
Si esto no es así, no me améis más. Olvidadme, dejad que me suma en la oscuridad, como un espíritu más; en la perdida laguna del olvido.
Sólo os pido, llevad mis restos a la mar. Lanzad mis cenizas al mar.
Ayudadme a avanzar, convertida en una ola más, de esta furia que es la mar.
Que no decaigan vuestros ánimos. Pues no tendréis mi cuerpo, pero si mi ente, siempre presente.
En cada parpadeo, en cada palpitar de corazón, en cada signo de vuestra vitalidad, allí, allí estaré yo. 


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